Por qué es importante que los países sudamericanos trabajen en red


 

por Félix Peña
Diario La Nación  

10 de marzo de 2022

El comercio internacional exige cada vez más alianzas regionales para lograr la máxima efectividad en materia de intercambio; algunos ejemplos que hoy resultan en buenos negocios.

En la política comercial externa de cualquier país, como mínimo tres perspectivas son las que inciden en la definición de una estrategia, implícita o explícita, de inserción internacional.

La primera es la propia perspectiva nacional. Es aquella que hace que un país pueda tener una inserción en los mercados mundiales acorde con lo que entiende que son sus intereses, prioridades y posibilidades. Ello supone tener un buen y actualizado diagnóstico de lo que necesita y puede obtener en otros mercados, en términos de bienes, servicios y financiamiento. Y supone tener una organización suficientemente actualizada y efectiva, tanto a nivel gubernamental como empresarial, a fin de incidir en la eficacia de las acciones orientadas a concretar objetivos que se privilegian para la inserción internacional del país.

En este plano del diagnóstico sobre el entorno internacional de un país, adquiere mayor importancia la calidad de la capacidad instalada de inteligencia competitiva orientada a la acción –incluyendo la red de conexiones con instituciones similares de otros países sudamericanos-, que posean los ámbitos de investigación sobre el entorno internacional disponibles en el país.

La segunda es la perspectiva regional. Se refiere al grado de conocimiento práctico, disponible en un país con respecto a los demás de la región geográfica a la que pertenece. Es un conocimiento que implica calidad y precisión en el diagnóstico que un país tenga sobre la propia región geográfica, incluyendo sus múltiples protagonistas que inciden en el comercio exterior, y en sus necesidades, preferencias, y posibilidades. Es un plano en el que también puede cumplir una función relevante, entre otros, el aporte que resulte de la calidad de las redes de conexión regional del periodismo local, así como también la de las instituciones culturales.

Y la tercera es la perspectiva global, esto es, el buen conocimiento de todos los factores y protagonistas que inciden en la capacidad del respectivo país de competir en los demás países y regiones del escenario global. Son muchos los países sobre los que se necesita tener hoy buena conexión e inteligencia competitiva. Y pueden superar lo que un país sudamericano, especialmente los más pequeños, pueden lograr por las suyas. Ello refuerza aún más la necesidad y conveniencia de sumar esfuerzos especialmente con otros países de la propia región.

Los países de una misma región –como por ejemplo la sudamericana- poseen ventajas que eventualmente pueden ser comunes. Ello se traduce en hacer un continuo esfuerzo de identificar y compartir las respectivas agendas de ventajas competitivas y, por ende de posibles acciones conjuntas y esfuerzos cooperativos. En tal esfuerzo, por cierto, debe incluirse la identificación de países de otras regiones, con los cuáles también pueden compartirse similares ventajas competitivas

A título de ejemplo, se pueden mencionar algunas cuestiones que podrían ser parte de una agenda de ventajas competitivas comunes de los países de la región sudamericana. Ellas son: la protección del medio ambiente y las políticas referidas a los efectos del cambio climático; la diversidad de los recursos naturales y en particular los vinculados con la producción de alimentos y otros bienes inteligentes; la convergencia cultural producto del mestizaje que caracteriza a la región; y la pertenencia al Atlántico Sur compartida en gran medida con la región de África del Sur.

Podría mencionarse otra ventaja que es la de no poseer armamento nuclear y la de haber rechazado explícitamente impulsar su desarrollo. La actual crisis internacional producida por la guerra en Ucrania, le da a esta ventaja de la región sudamericana –común por lo demás a la región latinoamericana- un alcance muy especial, tanto en el plano político como en el económico. En tal perspectiva cabe valorar la experiencia resultante de la relación entre Argentina y Brasil a partir de la década del ochenta.

Quizás ha llegado el momento de desarrollar en los países sudamericanos una red de centros de reflexión internacional orientados a la acción. Entre otras, las cuestiones antes mencionadas podrían ser incluidas en una agenda de trabajo conjunto. El objetivo principal de tal red sería el de fortalecer la elaboración de eventuales agendas de trabajo conjunto que se encaren en el plano gubernamental, en el empresarial y en el de la investigación y desarrollo. En las últimas décadas los países sudamericanos –a veces en forma conjunta con otros países latinoamericanos, tal el caso por ejemplo de México, de los países centroamericanos e incluso los del Caribe- han desarrollado esfuerzos conjuntos orientados a fortalecer su capacidad de acción en el escenario internacional. Sus resultados sin embargo, han sido inferiores en cuanto a su eficacia y sostenibilidad, a los obtenidos en otras regiones, tales los casos por ejemplo, de la Unión Europea y de la Asean, en Europa y Asia respectivamente.

Una red como la sugerida, que además cuente con el apoyo y participación activa de organismos de financiamiento del desarrollo que operan en la región sudamericana, tales como la CAF y el BID, permitiría extraer todo el potencial que podría resultar de una Aladi efectivamente entendida como un instrumento del comercio internacional, la integración y el desarrollo de los países sudamericanos, con un simultáneo esfuerzo conjunto con otros países de la región de América Latina y el Caribe. Y el RIAL (Consejo Latinoamericano de Relaciones Internacionales) también podría cumplir un papel eficaz.