Florencia Gechter trabaja creando nuevos territorios, yuxtaponiendo lo trivial
y lo bizarro, lo reconocible y lo extraño. Su obra desorienta y desestabiliza
provocando una reorganización de la realidad, ordenando una libertad
de gestos que remite a la fragmentación de lo cotidiano. La artista
"dibuja" con las tijeras, recorta y pega fragmentos dispuestos en
el espacio del collage. De ese modo, el acto de cortar pasa a ser una cirugía,
a partir de la cual ella se propone curar. Según la artista, "un
corte es liberar, soltar, es a la vez un acto de destrucción para luego
volver a construir".
En esta oscilación dialéctica, la obra de Florencia Gechter
revela en sí misma la esperanza. El mundo, las formas, las figuras,
siempre se pueden deshacer, volver a formular y rehacer, sin ajustarse a un
plan premeditado.
Su producción recorre diversas etapas: parte del dibujo que invade
obsesivamente el plano trabajado en dos valores, blanco y negro, para incorporar,
poco a poco, color y volumen. La obra, que en un principio se encontraba limitada
al plano, comienza a despegarse de éste, para fragmentarse dentro de
cajas de acrílico y terminar liberándose por completo del soporte.
Florencia Gechter se vale de trazos realizados en birome, marcador o lápiz
de color que conjuga con formas recortadas y acuarela. De este modo construye
un lenguaje propio cuyo mensaje está centrado en el tema de "lo
urbano", ámbito en el cual la artista plantea su trabajo y del
que obtiene como resultado una parodia de la vida del hombre en ciudades desarticuladas.
Una parodia que deja de manifiesto cuánto de real y cuánto de
trágico hay en la masificación y cómo actúa el
hombre como modificador y hacedor de su entorno.
Los personajes que habitan las obras de Gechter transitan por los espacios
urbanos no sólo con espíritu observador, sino con el ánimo
despierto para desentrañar el alma de la ciudad. De eso trata su obra:
de aquello que la vida urbana provoca en sus habitantes. Como los flâneurs
de Baudelaire, lejos de ser simples "mirones" alienados por la masa
urbana, son capaces de distanciarse de la multitud y tomar conciencia de lo
que observan.
La simbiosis entre lo urbano y la obra es total. Los materiales que en la
misma se encuentran pertenecen al contexto urbano. Aquello que la ciudad desecha,
la artista lo recoge para volver a darle vida y sentido, como si fuera una
alquimista.
Un recorrido por los trabajos de Florencia Gechter resulta una notable narración
de la vida cotidiana en la ciudad. Cada obra es un capítulo de sus
"relatos urbanos". No con el afán de desarrollar una crítica
social, sino como lúcida observadora capaz de describir la realidad,
de destacar la ciudad por lo que ella significa, por las relaciones sociales
y la cultura que en ella se gestan. Lo que termina por convertir a la artista,
al igual que a sus personajes, en una sagaz flâneuse.
Florencia Getcher, nació en Buenos Aires el 6 de diciembre de 1972.
Se recibió de diseñadora gráfica en la Universidad de
Buenos Aires en el año 1994. Trabajó en los estudios de diseño
gráfico Aubi-Tessaire y Cardozo-Pérez Rivas entre 1994 y 1996.
Se desempeñó como ayudante de taller de la carrera de Diseño
Gráfico de la Universidad de Buenos Aires durante los años 1997
y 1998. Entre 1996 y 2000, participó del taller de dibujo y pintura
de María Luisa Manassero. Durante los años 2001 y 2002 se formó
en la Parsons School of Design de la New York University, estudiando arquitectura
de Nueva York, armado de vidrieras, fotografía y acuarela. En el año
2004, ya de vuelta en Argentina, y hasta fines del 2006 continuó con
su trabajo en el taller de Manassero. En el año 2009 participó
del taller de grabado de Lucrecia Urbano.