Grabado X 2
Una misma sustancia, dos modos poéticos.
" La gravure donne à la forme souple du dessin une formulation
fixe et définitive? "
E. L. Kirchner
De acuerdo a Octavio Paz, todos los tiempos y todos los espacios confluyen
en un aquí y ahora. Ya no se trata de modernismos o postmodernismos
sino de neos y retros como aquello de las vanguardias insatisfechas que reaparecen
siempre nuevas y modernas, diferentes, pues no excluyen sino reciclan.
Estos grabados, tintas estampadas sobre papel, nos convocan hoy como siempre,
ya no con la urgencia de un mensaje visual de impronta panfletaria, sino con
la exquisitez de aquello logrado con una paciencia impaciente de técnica
compleja, más manual que gestual, un arte de cámara.
María Alicia Galañena
En un rincón entre soleado y umbroso de la frontera entre Palermo y
Belgrano María Alicia Galañena muestra su obra en un taller
de grabado, compartido, con música de fondo y estampas secándose
en un cordel. Observo sus trabajos, bocetos, chapas y aguafuertes. Miro la
línea y el color surgidos de un gesto espontáneo pero contenido,
intimista y me sumo a la invitación a recorrer el juego poético
visual. Hay molinetes como la vuelta al mundo del parque de diversiones. Azul,
turquesa verdoso, con sus complementarios en rojos oxidados naranja cobrizos.
Hay cintas y barriletes, cometas con cola en violetas y ocres. Todas diagonales,
un todo de algarabía. Tintas con relieve de rebabas, colores acentuados
en la línea remarcada del dibujo, y tintes rebajados para espacios
que simulan la eternidad. Y el espectador, como un nuevo actor jugará
libremente en busca de un sentido. Tal vez entrará en la dimensión
lúdica que establece la artista y podrá fantasear con el espacio
tierra, o el espacio cielo de una posible rayuela, un doble uno de un dominó,
o avanzar tres casilleros conforme señale la voluntad personal o el
vuelo poético de cada uno. Estas tintas estampadas sobre la calidez
de un papel de alto gramaje tienen gracia y goce inocente, tienen cadencia
y armonía, sólo perceptibles con el don de una mirada estética
en libertad.
Cecilia Widmer
Los grabados de Cecilia Widmer cubren la sala sobre la calle Beruti, tanto
la obra reciente como alguna anterior en color. Predominan los planos negros
de la tinta y los planos blancos del papel, que a su vez encerrará
en marcos de madera negra. Al observar las obras de nueva factura, las matrices
en madera, los dibujos arquitectónicos de series anteriores han quedado
atrás y aparecen líneas entrelazadas como la espesura de un
bosque en invierno. Lejos de ser trazos gestuales, la artista define el grosor
o finura de cada símil rama, con toda la conciencia de estar trabajando
el negativo de lo que luego será un positivo. "Es trabajar un
poco sobre lo invisible", acota.
Maneja la gubia y maneja el pincel. A veces agrega, a veces sustrae, depende
de la técnica. Decide silencios en los que surgirá la noche.
Más no sin los ecos de pasos humanos como muestran ciertas marcas como
huellas, granos de la técnica dulce, casi reflejos de arena sobre el
papel.
Y, al mirar en torno al taller -los bocetos sobre papel calco, las sucesivas
ampliaciones, el taco en proceso y aquel otro terminado- percibo que se desprende
"una determinada resonancia espiritual que sirve de material al arte
y la búsqueda de formas plásticas puras", en palabras de
W. Kandinsky.