Sutil trama o recupero de lo vulnerable… Descripción

Artista Sol Leal
Curaduría de Silvana Gabrielli



En el mundo de hoy las más diversas tecnologías se entrecruzan imbricándose en las artes plásticas; así también Sol Leal parte de la fotografía - con la que registra, documenta e investiga - para plasmar finalmente el resultado en sus pinturas al óleo.
Cámara en mano transita los mercados del Altiplano y se nutre de la riqueza visual de Guatemala. En algunos casos, pinta imágenes tomadas por su colega, el pintor italiano G. Vecchiato, quien también se dejó fascinar por el esplendor mágico de ese territorio ancestral, donde aún perdura en tradiciones, idiomas y costumbres el legado maya.

Las series

Distintos períodos de estudio dan como resultado series temáticas. En esta muestra vemos obras pertenecientes a dos de sus series: “Bodegones” y “Mujeres y niños”.

La antigua tradición del bodegón, desarrollada desde el Barroco hasta nuestros días, sigue siempre vigente y adquirió en Latinoamérica un lenguaje característico propio. Es así que, ligados a la exhuberancia natural, los bodegones en nuestro continente más que reflexionar sobre lo efímero, se plantean como exultantes manifestaciones de vida.
Las sandías dispuestas allí esperan para ser vendidas. El arte mexicano recurre a lo largo de su historia frecuentemente a escenas de mercado de muy variadas y ricas formas. Sol Leal, nacida en México, no es ajena a esta tradición. Descubre en la perfección y contundencia de las formas un “objeto artístico”. Ya no es el fruto visto, de un modo utilitario, como simple alimento, sino que se transforma en entidad estética, capaz de ser admirada.
Trabaja notablemente la tersura, las redondeces, con un oficio pictórico fundado en el dibujo, en el trazo nítido de la línea. Su estilo hiperrealista, que busca el detalle, nos lleva a observar con detenimiento y vemos, asombrados, algo que antes habíamos obviado. Es que, al decir de Paul Valéry, sucede que “el arte nos enseña siempre que no habíamos visto lo que estamos viendo.”

En “Mujeres y niños” es la mirada que recorre, a través de la lente, el popular mercado de Chichicastenango buscando atrapar instantes furtivos. Con el uso de planos cortos, vemos de cerca algún gesto, alguna expresión, fragmentos de la vida diaria, entrando de este modo en contacto con un territorio muy personal, pero sin invadirlo.
La luz es tan diáfana, que casi no hay sombras, y los fondos son claros y neutros, tendiendo a esfumarse hacia la periferia. Porque al pasar al lienzo, Sol Leal va descartando lo superfluo y va reconcentrándose en las figuras centrales. Son ellas, sin duda, las despojadas y magníficas protagonistas.

El recupero…

Sol es conciente de que el mundo que pinta es un mundo vulnerable: “Los pinto para que no desaparezcan”. Pero, por sobre todas las cosas, los pinta ciertamente para recuperar algo que en ellos vive y que en nosotros se va deshilachando como finas hebras.

Hay algo de cautivante plenitud en estos seres envueltos en sus coloridos trajes. Resuena en ellos un tono ancestral, la repetición incansable del rito, que crea y sostiene la certeza de la identidad.

¿Cómo y por qué lo hacen? ¿Qué particular relación entablan con el tiempo? Aquí no hay premura, ni angustiosas corridas por un lejano porvenir.
La permanencia del presente ha demorado al tiempo y la conciencia transita imperturbable siglos de herencia.
Herencia que se renueva, una y otra vez, en las manos de la mujer tejedora que tensa la urdimbre y crea.

“La esencia del arte consiste en aprender a demorarse. Y tal vez
sea ésta la correspondencia, adecuada a nuestra finitud,
para lo que se llama Eternidad.” (1)


¿Será acaso que intuitivamente saben, que en ese tiempo detenido,
se esconde un atisbo de la eternidad?


(1) H. Gadamer, “La actualidad de lo bello”, Barcelona, Paidós, 1996